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Como superó sus límites el mayor maratonista de la historia

Pasa a la cinta de correr promedio y aumenta hasta la velocidad máxima. Si pudieras mantener la carrera de velocidad que hace estallar los pulmones, unos 20 km/h, durante 42.2 kilómetros ininterrumpidos, finalizarías la maratón en aproximadamente dos horas y 11 minutos. Romper la barrera de maratón de dos horas es uno de los límites de las proezas humanas, como la carrera de la milla en cuatro minutos, que muchos creían nunca se podría superar. “Está allá arriba con el primer hombre que pisó la luna”, dijo el periodista deportivo de la BBC Chris Dennis.

Shalane Flanagan, campeón de la Maratón de la Ciudad de Nueva York de 2017, admite haber dicho una vez: “No cabe la menor posibilidad de que en mi vida presencie una maratón de menos de dos horas”. Pero el 12 de octubre de 2019, tal como Dennis y Flanagan observaron desde la cabina de los comentaristas, Eliud Kipchoge de Kenya lo logró.

Eliud Kipchoge nació en 1984 en el clan Talai de la tribu Kalenjin que procede del Gran Valle del Rift de Kenya. Su padre murió cuando él era pequeño. Mantuvo a su familia recolectando leche de sus vecinos y vendiéndola en el mercado. Un día, al avizorar a su vecino corriendo; vio un camino para tener una vida mejor. Ese vecino era el entrenador de carrera Patrick Sang. Sang dijo: “Recuerdo a este joven de 16 años que se acercó a mí en el camino de tierra en el condado Nandi y me pidió un programa de entrenamiento; y en ese momento, yo no sabía quién era. Le di un programa de entrenamiento de dos semanas y se fue. Volvió dos semanas después y dijo: ¿”Y ahora qué sigue”? Un año después, Kipchoge ganó su primera medalla de oro en 500 metros del Campeonato Mundial. En 2013, decepcionado por no integrar el equipo olímpico de Londres 2012, cambió de carreras de pista a carreras en ruta y ganó su primera maratón. Hoy en día, Sang todavía es el entrenador de Kipchoge, aunque ahora dice: “El alumno soy yo y Eliud es el entrenador”. Kipchoge es el campeón actual de la maratón olímpica y un millonario que se hizo por sí mismo.

Pero a él no le gusta vivir como un millonario. Cuando se entrena para una carrera, deja atrás a su esposa y sus tres hijos y se queda en un campo de entrenamiento austero en Kaptagat, en el Gran Valle del Rift. Allí, se levanta todos los días a las 5 a.m. para correr. Con un enfoque cálidamente humilde que le ha granjeado el afecto de sus compañeros de equipo, Kipchoge, posiblemente el más grande maratonista hasta ahora, corta verduras, limpia baños y ordeña vacas.

“Ningún ser humano está limitado”, dijo Kipchoge en la preparación para su carrera histórica. “Cualquier ser humano puede superar sus límites. Cualquier ser humano puede ir más allá de sus ideas. Creo totalmente en mí mismo, creo en mis compañeros de equipo, creo en mi entrenamiento. Esto es lo que me impulsa a superar la barrera”.

El microbiólogo y embajador de Marine Arctic Peace Sanctuary , Kevin Mtai, que vive en Eldoret en el Gran Valle del Rift, no muy lejos del campo de entrenamiento de Kipchoge, dijo: “Al romper los récords me inspiró muchísimo como embajador de MAPS. Si aspiras a algo, puedes lograrlo, y dejar que el mundo vea el producto de tu trabajo”.

El resultado del 12 de octubre de Kipchoge, como un intento previo en la barrera de dos horas en 2017 cuando terminó en 2:00:25, no es un récord mundial “oficial”. Creado con condiciones óptimas, ente las que se incluye un conjunto de marcadores de pasos (“pacers”) concebido aerodinámicamente, no fue una carrera en el sentido habitual de la palabra; el único concursante fue Kipchoge mismo. Para World Athletics, la organización que rige las normas de la maratón, el récord mundial de maratón sigue siendo el de 2:01:39 de Kipchoge en la Maratón de Berlín de 2018.

Nada de eso alteró la emoción de veinte mil espectadores (y suficientes espectadores de retransmisión en directo (live stream) para subir a los tres primeros lugares de la tendencia de vídeos en Youtube) cuando Kipchoge y su primer equipo de pacers despegaron en el parque Prater de Viena. Pasó 1 km tras otro mientras los equipos de pacers tomaban turnos, y Kipchoge mantenía serenamente un ritmo más rápido que la velocidad máxima de muchas cintas de correr.

El año pasado, Kipchoge le dijo a la Oxford Union Society en el Reino Unido: “Solo las personas disciplinadas son libres en la vida. Si eres indisciplinado, eres esclavo de tus estados de ánimo. Una vez que decides hacer algo, hazlo. Sin excusas”.

Se dice que la maratón real comienza alrededor de la marca de 30 km, cuando el dolor físico y la fatiga mental realmente comienzan a sentirse. Pero el único signo de esfuerzo que mostró Kipchoge el 12 de octubre fue una sonrisa. “Él dice que sonreír cuando siente dolor relaja sus músculos”, acotó Flanagan. Chris Froome, cuatro veces campeón del Tour de Francia, destacó: “Es increíble observarlo. Simplemente se desliza sobre la ruta”.

En el kilómetro final, Kipchoge aceleró y corrió hacia adelante a través de los pacers, que retrocedieron y lo ovacionaron al verlo completar la distancia solo. Los espectadores, emocionados, vociferaron más alto que nunca y golpearon ruidosamente las puertas laterales como un trueno. A la 1:59:40 en punto, Eliud Kipchoge paso por encima de la línea de meta, superando la barrera de dos horas de maratón y cayó en los brazos de su esposa Grace.

Kipchoge habló con los periodistas en la meta sobre la alegría que sentía por haber superado el límite de dos horas. Su rostro resplandecía con una felicidad serena mientras hablaba sobre el privilegio de tener a 41 de los mejores corredores del mundo como pacers. Habló sobre cómo el momento más difícil de todo el día para él fueran las pocas que transcurrieron desde que se despertó esa mañana y el comienzo de la maratón. Concluyó: “Quiero que sea un deporte limpio, un deporte interesante. Todos los seres humanos pueden hacer que el mundo sea hermoso simplemente corriendo”.

Media hora después de la maratón, cuando la mayoría de los corredores se sientan a descansar, Eliud Kipchoge tomó la bandera de Kenia y volvió a correr en la pista de carrera una vez más para cinco espectadores que lo saludaron “chocando los cinco”. La carrera había finalizado. Pero nadie quería que el momento terminara.